3 años en Bcn.

martes, 18 de septiembre de 2007

Pues sí. Hace casi un mes ya que se cumplieron tres años de mi llegada a Barcelona. Decidí empezar de cero después de terminar mi relación con N.,de casi 5 años, en el pueblo. Después de casi 6 meses harto de compadecerme y de trabajar temporalmente un par de meses ayudando a mis padres en una de las tiendas - más bien me ayudaban ellos a mí dándome curro- , encontré un empleo prometedor en Barcelona, de lo mío, y decidido me fui, sin apenas pensarlo, tan sólo con mi coche rojo y una mochila de ropa, un reproductor de CD's portátil con un disco de Joe Satriani, uno de REM y otro de Dimmu borgir y un par de libros (Ensayo sobre la lucidez de Saramago y el proceso de Kafka, para ser exactos) a vivir en un piso compartido con la clara finalidad de volver a empezar. Allí convivía con una chica ucraniana - que luego descubrí que era un poco lumi, vive Dios-un geek irlandés autista pero muy buen tío y un joven gallego bonachón. La habitación mugrienta (foto 1) no era precisamente lo que uno desearía pero bueno, por algún sitio había que empezar y no estaba el patio para mariconadas ni esquisiteces: poco más de 5 metros cuadrados, con una vieja cama de 90, una mesita y un pequeño escritorio envueltos por una pared mugrienta. De todos modos, aquél empleo en la multinacional taiwanesa, me devolvió la ilusión y el tener ganas de levantarme por las mañanas para ir a trabajar. Aquello me hacía sentir bien, haber dado el paso de irme del pueblo y trabajar para aquella firma. En ese empleo, que duró aproximadamente 2 años y en el que tuve básicamente dos posiciones bien diferenciadas, viaje bastante: Madrid, Bilbao, Lisboa, Porto, Viseu, Mallorca, Dusseldorf, Hannover, Hamburgo, Amsterdam...Y sobretodo conocí bien Barcelona. También allí conocí a bastante gente nueva y a la que fue mi pareja durante los dos años siguientes: dos años agridulces en los que experimenté pasar de la felicidad más absoluta a la infelicidad más cruel y abyecta. Fuimos muy felices, pero también muy desgraciados.Una relación que, obviamente, se rompió hace año y medio aproximadamente. Lo pasé horriblemente mal cuando eso pasó y tiré por la borda muchas cosas, aunque no todas afortunadamente y por eso estoy aquí aún. En el piso compartido estuve casi 9 meses, hasta que poco después me fui a vivir a mi propio piso, en Septiembre de 2005. Poco a poco, he ido evolucionando, experimentado felicidad, diversión, placer, dolor, stress, aprendiendo y conociendo nuevos sitios y nuevas personas. Hoy hace dos años que vivo aquí, en esta casa que cada vez siento más mi hogar, aunque con el fantasma de la temporalidad acechándome por algún motivo que siempre está ahí, pero que últimamente consigo espantar con mucha más facilidad que hace un tiempo. Me siento a gusto, la he hecho mía y puedo decir que tengo total libertad para hacer lo que me salga de los cojones, aunque vivir solo tenga cierto grado de dureza, sobretodo al principio, cuando no estás acostumbrado: uno se lo tiene que hacer todo (la compra, la colada, planchar, la limpieza, los apaños, cocinar, las gestiones....). Pero a esto hace ya bastante que estoy acostumbrado y en cierto modo, no me desagrada e incluso se me da bastante bien, en serio. Me hace sentir independiente y cada vez más seguro de mi mismo el hecho de pagar todas mis facturas - por cierto, que jodidamente caro es vivir solo en Barcelona rediós - llevar al día la casa, los coches, trabajar y no tener que dar explicaciones a nadie de nada. Poder salir a la calle, comprarme unos caprichos, cenar por ahí, tomarme algo con una buena amiga o ir a un concierto si me apetece. Ir con la cabeza bien alta y pensar, sí, hace ya tiempo que estoy emancipado económicamente y anímicamente. Tan sólo echo de menos el compartir todo esto con alguien. Pero bueno, a estas alturas ya no vale la pena dramatizar, tengo buen@s amig@s con los que de tanto en tanto lo comparto. Y no estoy para relaciones duraderas ahora: aunque lo desaría no es cuestión de volver a meter la pata. Prefiero picar un poco de aquí y un poco de allá, difrutar de buenos momentos, e ir conociendo a nueva gente y a chicas fantásticas (Gracias G, gracias O., gracias L. y, porque no, gracias T.), como estoy haciendo. Y, que coño, a veces me encanta estar sólo con mis guitarras, mi piano, mis gadgets, mis pelis, mis libros y mis gatos (con una buena Draught fresquita, claro).
Respecto al trabajo, en enero de este pasado año, me fui a la competencia de mi firma, por muchos motivos que no vienen al caso pero que guardan relación y siguen una lógica con lo anteriormente explicado, mejorando sustancialmente mi sueldo y con varios beneficios adicionales que no vienen a cuento, mejor horario y menos presión de los chinorris. Lo malo es que estoy empezando a tener el síndrome de Willy Fog: viajo más que nunca por la península y en dos semanas me voy a Roma. Aunque debo reconocer que todos estos empleos suelen ser bastante semejantes y al fin y al cabo, siempre se trata de lo mismo y hay que armarse de paciencia. Pero bueno, no me quejo. Podría ser mucho peor. Además, el trabajo es tan olo eso: tabajo. Hace ya tiempo que eso no es lo que más importa en mi vida: lo importante, llamadme egoísta, soy yo, mi felicidad y la poca gente excelente que me rodea.

El trabajo, en definitiva, está para pagar las facturas, las birras y las cuerdas de mis guitarras.


Addendum: releyendo esto, me doy cuenta también que mi vida ha estado siempre condicionada por las mujeres... Y creo que, a estas alturas, es difícil cambiar eso. Me molan mogollón :)

Fotos: 1:Habitación de piso compartido, el resto, baño, salón con gato, nevear y recibidor de mi casa de soltero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que endreçadeta la nevera! Jo cada cop que vaig a comprar l'endreço, però a la que començo a treure i posar ja ho tinc tot manga por homro!